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Como en el cine!

domingo, diciembre 17, 2006

Como todos ustedes bien lo saben, soy un apasionado del estudio del comportamiento humano y sin lugar a dudas he encontrado que el cine es un área de estudio fascinante, ya que el ambiente de magia y fantasía que rodea a toda sala cinematográfica, es el lugar propicio para que salgan a flote los mas ocultos deseos y anhelos de los pobres diablos que gustan de olvidar lo miserable que son sus vidas, sumergiéndose por un par de horas en la vida de alguien más, estudiaremos algunos casos, los más comúnmente observados en casi cualquier sala de cine.

El síndrome de Bruce Lee

Esta extraña y cruel enfermedad, hace que el paciente –quien regularmente es un mediocre conformista sin trabajo y sin motivaciones- salga con la ilusión de estudiar algún arte marcial después de haber estado expuesto a dos horas de golpizas propinadas por parte de un solo individuo a una multitud iracunda de ninjas vengadores. Sobra decir que el pobre imbécil cree que los países orientales, la gente practica artes marciales a toda hora y en todo lugar, pero lo más aterrorizante de esto, es que piensa que si llegase a aprender alguna forma de combate personal, y se tuviera que enfrentar por ejemplo a un grupo de 5 pandilleros de alguna colonia marginada que tanto abundan en México, los sujetos en cuestión se pondrán de acuerdo para ir pasando uno por uno a recibir su dotación de patadas voladoras en el hocico. El pobre infeliz culpa a sus padres por haberlo obligado a asistir 6 años a la primaria, 3 años a la secundaria y 3 a la preparatoria en vez de inscribirlo desde su nacimiento en el templo Shaolin para aprender el arte del combate cuerpo a cuerpo. Este desgraciado animal de la naturaleza considera que Jean Claude Van Damme, Steven Segal Y Chuck Norris, no solo pelean en sus películas, sino que en la vida real también lo hacen y por las mismas causas.

El mal de Rambo

Quien padece esta rara y dolorosa enfermedad, sufre de una distorsión bastante severa de la realidad después de haber estado expuesto a películas de corte bélico en las que el protagonista, quien generalmente llama hogar al infierno, se encarga de matar y destripar a cuanto mortal se atreva a cruzarse en el camino, incluso el paciente llega a inventarse historias a si mismo para ensalzar las proezas de su héroe, como pretender creer que los actores de estas películas jamás utilizan a un doble, o que incluso las heridas son verdaderas. Estos pacientes llegan generalmente emocionados los lunes por la mañana a su oficina contando a los demás compañeros, lo “increíblemente buena y bien lograda” de la película, y hacen un calculo “al groso modo” de cuantos litros de sangre se gastaron en la película, además de que utilizan frases como: “se han metido con el hombre equivocado”, “gran error” y “hasta la vista baby”, como pilares de toda sabiduría e impecable buen humor, lo terriblemente peligroso de este mal, es que en muchos casos puede ser contagioso, ya que el paciente (quien por lo general es hombre) sale tan emocionado de la sala de cine, que de regreso a casa va asegurándole a su novia o esposa, que todo lo que vieron en la pantalla, no esta tan alejado de la realidad y que no es nada descabellado que en un par de años se llegara a descubrir que la historia fue totalmente cierta. Las mujeres que conviven diariamente con individuos que consideran a Silvester Stallone, Arnold Schwarzenegger y Vin Diesel como primeros actores no pueden ser consideradas como normales y muchísimo menos como inteligentes, así que están altamente expuestas a ser contagiadas por este terrible mal.

Rápido y Curioso

Desde la incursión de automóviles deportivos de alto desempeño en el séptimo arte, no es raro ver a los modestos poseedores de algún Chevy Monza, infectados por una extraña enfermedad que consiste en ver cajas de galletas con ruedas como autos deportivos, pintándole llamas a los costados del auto para simular que su automóvil se desplaza tan rápido que la fricción con el viento hace que salgan llamas por los lados, además el contagiado por esta enfermedad, se atreve a poner en la parte trasera del vehículo y en un lugar altamente visible, un par de botes de plástico simulando que son contenedores de hidrógeno para darle mas poder a “su nave”, pero sin lugar a dudas lo más detestable de esta dolencia, es que obliga al infectado a colocar luces color neón en la parte de debajo de su auto, creyendo en sus delirios, que la gente que los ve pasar por la calle tienen la sensación de estar viendo un auto volador, o ya de perdido un auto de verdad, además las personas portadoras de este virus por lo general, tienen pegadas en sus automóviles calcomanías de Nos y Momo, o cualquier marca de auto accesorios de prestigio, y en el nivel más avanzado instalan un tacómetro en el tablero de su auto, no le hace que tengan una caribe 84. Además nunca puede faltar el sofisticado sistema de alarma a la “Michael Knigth” que consiste en instalar una serie de pequeños focos en color rojo, simulando al vehículo famoso por la serie televisiva de los 80´s de “El Auto Increíble”, así que no importa que el carro no tenga seguros en las puertas, ya que este sistema intimida al más atrevido ladrón de autos o ya de perdido le provoca asco.

Estas enfermedades del comportamiento se deben principalmente a la falta de auto aceptación del individuo (y por supuesto a la falta de aceptación de los demás), es necesario hacer entender al paciente que no necesita vivir una odisea de ninjas asesinos persiguiéndolo por robar una joya sagrada, ni que tampoco es necesario ser enviado a una misión secreta en el medio oriente para salvar a su país, y muchísimo menos de contaminar visualmente las calles de su ciudad disfrazando su mediocre auto cual carro alegórico.

Debemos entender que todos somos únicos y especiales, principalmente si tienes dinero para ser el dueño de un hermoso auto deportivo, pero hay que recordar siempre y a cada momento que dentro de cada uno de nosotros se esconde un Gollum sin anillos que cuidar, o un Harry Potter sin hechizos ni poderes mágicos.

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