1.- Lo primero que hay que hacer al momento de que el mesero se presenté en nuestra mesa es decirle al tiempo de que ponemos un fajo de billetes sobre la mesa: “Mira tú, criado inútil y bueno para nada, esto que ves aquí sobre la mesa es tu propina, pero por cada error que cometas, iré quitando uno a uno los billetes”. De esta manera, aseguraremos que al menos el lacayo mantenga un interés genuino por atendernos. Con dinero baila el chango, por supesto hay que asegurarnos de que al final de la velada el mesero reciba cinco pesos, si es que nos dió un excelente servicio.
2.- Nunca, jamás llames a los meseros por su nombre, por más que te insistan y/o que se molesten, ya que podrías correr el riesgo de que crean que son iguales e incluso podrías correr el riesgo de que ellos quisieran ser tus amigos. ¡Asco güey!
3.- Cuando nos sirvan la sopa demasiado caliente hay que tomar el plato con cuidado para no quemarnos las yemas de los dedos e inmediatamente después arrojárselo en la cara de quien nos lo ha servido al mismo tiempo que le gritamos: “¡Imbécil, esta sopa me ha quemado la punta de la lengua!”
4.- Hay algunos meseros que tienen la extraña costumbre de que cuando te han servido el platillo se quedan a la expectativa como queriendo ver cómo te retuerces de placer al probar el primer bocado, lo cual es sumamente incómodo. Cuando esto te suceda, mastica dos o tres veces al primer bocado y luego voltea hacia donde este parado el incompetente bueno para nada y escúpeselo en la cara, y dile: “Es una costumbre de las tribus del norte de Etiopia, significa que me ha encantado el sazón del chef”
5.- En el caso de los caballeros, una mesera de Hooter’s nunca está tratando de conquistarte, ¡Jamás! Conserva contigo una cierta ración de dignidad.
6.- En el caso de las mujeres, nunca vas a gustarle a un mesero del Jack & Ray, menos si tienes más de 35 años, te vistes como si tuvieras 16 y sales cada martes o cualquier otro día con un grupo de tres amigas con las mismas características que tú. Por favor evítate la pena, solo están haciendo su trabajo. No platiques por teléfono o en voz alta de tus “ligues” con el mesero a la mañana siguiente en la oficina, y menos si trabajas para un jefe miserable que encuentra placer en criticar a los demás.
La próxima vez que tengas dinero para ir comer a un restaurante, ponlos en práctica, me platicas como te fue y recuerda: Come frutas y verduras…si te alcanza.
Santos
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